La ópera, los programas sinfónico-corales y la danza han llenado el Kursaal en la 85 Quincena Musical

  •     La primera función de Carmen, Budapest Festival Orchestra y Euskadiko Orkestra en ambos casos con el Orfeón Donostiarra, el espectáculo de danza y música en vivo Folia y el concierto de la Orquesta Filarmonica della Scala liderada por Riccardo Chailly agotaron las entradas en el Auditorio Kursaal.
  •     También se registraron llenos absolutos en el debut en la ciudad de la Compañía de Flamenco Úrsula López, en el estreno absoluto de la ópera infantil Egia ala geRuza, en el concierto de Arantzazu, así como en varias de las citas de los ciclos de Música Antigua y de Cámara en el Museo San Telmo.
  •    Entre otros hitos, quedan para los anales de la Quincena la recuperación de dos piezas sinfónico-corales infrecuentes por su envergadura y dificultad, La ejecución de Stepan Razin de Shostakovich, y la Missa solemnis de Beethoven, la visita de Riccardo Chailly al frente de la Filarmonica della Scala de Milán o la cerrada ovación de un público puesto en pie al término de Folia, de Compagnie Käfig.
  •     Han sido un total de 82 eventos, 31 de ellos gratuitos, y la recaudación en taquilla asciende en total a 889.962 euros.

Bajo la dirección de su titular, el finlandés Mikko Franck, la Orchestre Philharmonique de Radio France y la violonchelista Sol Gabetta pondrán punto final esta tarde en el Auditorio Kursaal a la 85 Quincena Musical de San Sebastián; una clausura que aún permitirá disfrutar de un programa de marcado sabor francés: la franco-argentina de origen ruso Sol Gabetta abordará el Concierto para violonchelo de Édouard Lalo, en un programa que incluye también el Preludio a la siesta de un fauno, de Claude Debussy, Shéhérazade, ouverture de Féerie de Maurice Ravel y El pájaro de fuego, de Igor Stravinsky. Esos serán los últimos compases de una edición que, del 1 al 30 de agosto, aludiendo al hilo argumental que prometía viajes y exotismo, ha trazado una singladura a lo largo de 82 propuestas que, fusionando música, danza y otras artes, han tomado diversos espacios de la ciudad y de hasta veinte localidades repartidas entre Gipuzkoa, Álava, Navarra y Lapurdi. Un total de 32.728 personas se han sumado al lema “Verano, dame música” y han participado de alguna de esas citas del festival. La recaudación global en la taquilla asciende este año a 889.962 euros.

El ciclo de grandes conciertos del Auditorio Kursaal, en torno al que se vertebra la programación del festival, ha alcanzado este año los 16.159 asistentes. Han sido cinco las ocasiones en las que se han agotado las entradas: en el estreno de la producción propia de la ópera Carmen de Bizet, bajo la dirección musical de José Miguel Pérez-Sierra, dirección artística de Emilio López y con Euskadiko Orkestra, Easo Abesbatza y un elenco solista encabezado por Rihab Chaieb, Dmytro Popov y Miren Urbieta-Vega; en el programa monográfico en torno a Mozart, que incluía su Réquiem, a cargo de la Budapest Festival Orchestra, comandada por Ivan Fisher, y el Orfeón Donostiarra; en la interpretación de la inmensa Missa Solemnis de Beethoven, a cargo de Euskadiko Orkestra y de nuevo del Orfeón Donostiarra, bajo la dirección de Jérémie Rhorer; en Folia, la maravillosa locura de danza y música en vivo, barroca y al mismo tiempo contemporánea y callejera, nacida de la colaboración entre Mourad Merzouki, coreógrafo y director de la francesa Compagnie Käfig, y de Franck-Emmanuel Comte, fundador del grupo de música antigua Le Concert de l’Hostel Dieu; un espectáculo cuyo final in crescendo fue generando en la sala una atmósfera tal que el público pasó de acompañar la danza dando palmas a prorrumpir, puesto en pie, en un emocionado aplauso; y, por último, en el regreso de Riccardo Chailly, en esta ocasión al frente de la Filarmonica della Scala de Milán.

En el Kursaal se han vivido también otros momentos memorables: el debut en la Quincena del pianista Bruce Liu y la interpretación de la popular Quinta de Mahler (“Decir que fue un concierto redondo se queda corto; fue esférico y éramos nosotros quienes estábamos en el centro” Marta García, Berria) o de la inhabitual La ejecución de Stepan Razin por parte de Easo Ahots Mistoen Abesbatza, con la Orchestre Phiharmoique du Luxembourg y Gustavo Gimeno; el paso por San Sebastián de Masaaki Suzuki y su Bach Collegium Japan (“Y el resultado fue una delicia, en una convivencia completa con cuatro grandes obras de Bach escritas en Leipzig”, María José Cano, El Diario Vasco); el electrizante debut de la violinista Patricia Kopatchinskaja, de la mano de la Budapest Festival Orchestra e Ivan Fischer (“La violinista moldava sigue siendo un torrente de energía e innovación sobre el escenario. El apelativo de “Janis Joplin de la música clásica” que le puso el semanario alemán Der Spiegel, en 2009, mantiene toda su vigencia”, Pablo L. Rodríguez, El País).

El Teatro Victoria Eugenia, otro de los epicentros del festival, se llenó de flamenco una vez más de la mano de Úrsula López que, aunque ya conocida y apreciada en la Quincena, debutaba ahora al frente de su propia compañía; y el público que llenaba la sala recompensó el esfuerzo de poner sobre el escenario un nuevo homenaje a Lorca, esta vez desde el punto de vista de varios coreógrafos que trabajaron sobre la figura del autor granadino durante la dictadura (“Espectáculo de Quincena Musical lleno de matices para los entendidos, Comedia sin título cosechó una calurosa ovación de tres minutos de aplausos en un Victoria Eugenia al completo”, Iratxe de Arantzibia, El Diario Vasco). Y días más tarde recibía a la jovencísima pianista Alexandra Dovgan, para veinticuatro horas después viajar desde Praga a Tierra Santa gracias al concierto de Cappella Mariana y Constantinople, que evocaron mediante músicas de la época la peripecia vital del héroe checo Krystof Harant, a quien puso voz Ramón Barea. Y fue también en ese mismo escenario donde tuvo lugar el estreno absoluto de Egia ala geRuza, ópera infantil coproducida por Easo Abesbatza y la Quincena Musical, un espectáculo hecho por para niños y jóvenes que sobre la base del desarrollo de jóvenes talentos y la atención a cuestiones como la sostenibilidad, la inclusión y la promoción de valores educacionales, logró agotar las localidades.

Y cabe recordar, asimismo, el cruce de épocas y sonoridades en Arantzazu surgido de la colaboración de Abraham Cupeiro con músicos vascos, que registró otro lleno absoluto; la culminación de la integral de los Cuartetos de cuerda de Shostakovich por parte del Cuarteto Gerhard en Chillida Leku, los homenajes a Eduardo Chillida y Nestor Basterretxea a lo largo de toda la edición, etc.

Los otros ciclos que completan la oferta de la Quincena siguen siendo punto de encuentro de un público fiel, tanto en San Sebastián como fuera de la ciudad. En esta edición, más de 12.430 personas se han dado cita en los conciertos y actuaciones de danza, destacando por asistencia de público los siguientes ciclos: Teatro Victoria Eugenia (1.662 personas), Música Antigua y de Cámara en el Museo San Telmo (2.568 personas y 6 llenos absolutos), Tabakalera Dantzan (987 personas) Ciclo de Órgano (5.001 personas), Quincena Andante (2.043 personas) y conciertos inaugurales (1.156).

En la 85 edición de la Quincena ha acogido el estreno absoluto de un total 9 espectáculos y piezas musicales:

-    Nueva producción de la ópera Carmen (Auditorio Kursaal)
-    Ópera infantil Egia ala geRuza (Quincena Infantil)
-    Esculpiendo el silencio, coreografía de Myriam Perez Cazabon en colaboración con la compositora Sofía Martínez (Tabakalera Dantzan)
-    Hiru, espectáculo de Kresala Dantza Taldea en homenaje a Eduardo Chillida (Jornada Inaugural).
-    A Reverence to San Sebastian, Carol Williams (Ciclo de Òrgano).
-    Glass, de Félix Ibarrondo y Palladium Motus, de J. J. Peña Aguayo, interpretadas por Spanish Brass (Ciclo de Música Contemporánea).
-    La Constelación de Sagitario, de Fernando Buide, interpretada por Abraham Cupeiro y Ensemble Música Práctica (Ciclo de Música Contemporánea).
-    Notspur, de Ziyi Tao (obra ganadora del XVII Concurso Internacional de Composición para cuarteto de cuerda Pablo Sorozabal) interpretada por Cikada String Quartet (Ciclo de Música Contemporánea).