La Orquesta Filarmónica de Radio France y Sol Gabetta clausuran mañana la 85 edición de la Quincena

•    El concierto, que se celebrará en el Kursaal, estará dirigido por el finlandés Mikko Franck, director titular de la orquesta francesa.

•    Interpretarán un programa de marcado sabor francés, con obras de Lalo, Debussy, Ravel y Stravinsky.

•    Entradas a la venta en las taquillas del Kursaal y del Teatro Victoria Eugenia y en quincenamusical.eus.

La 85 edición Quincena Musical se despide mañana viernes por todo lo alto con un último concierto sinfónico en el Auditorio Kursaal. Para este concierto final, la Quincena ha invitado a la Orchestre Philharmonique de Radio France, una prestigiosa agrupación que en los años 90 tuvo una estrecha relación con el festival y que regresa ahora junto a su actual director titular, el finlandés Mikko Franck. La formación estará acompañada por una de las violonchelistas más conocidas en todo el mundo, Sol Gabetta, que abordará el Concierto para violonchelo de Édouard Lalo, en un programa que incluye también creaciones de Debussy, Ravel y Stravinsky. El concierto se celebrará mañana viernes, 30 de agosto, a las 20:00h, en el Auditorio Kursaal. Las entradas para este concierto se pueden adquirir en las taquillas del Kursaal y del Teatro Victoria Eugenia y en la web quincenamusical.eus.

La Orchestre Philharmonique de Radio France, heredera de la primera orquesta filarmónica fundada en los años 30 por la radiodifusión francesa, se ha consolidado como una de las formaciones más innovadoras y singulares del panorama sinfónico europeo. Aunque sus raíces se remontan a 1937, la orquesta se reestructuró a mediados de los 70 bajo el impulso de Pierre Boulez. El célebre compositor y director de orquesta, crítico de la rigidez de las orquestas sinfónicas tradicionales, abogó por un modelo más flexible y abierto a la experimentación. Esta visión vanguardista ha guiado la trayectoria de la orquesta desde entonces, convirtiéndola en un laboratorio de ideas y un espacio privilegiado para el estreno de nuevas obras (alrededor de 25 cada temporada). El eclecticismo es una de las señas de identidad de la Orquesta Filarmónica de Radio Francia. Su repertorio abarca desde los grandes clásicos del repertorio sinfónico hasta las creaciones más vanguardistas, pasando por incursiones en géneros como el jazz o la música electrónica. Esta diversidad programática refleja su vocación de tender puentes entre diferentes estilos y épocas, su compromiso con la difusión de la música contemporánea, y su deseo por llegar a un amplio espectro de la sociedad francesa. Además, la actividad de la Orchestre Philharmonique de Radio France trasciende las salas de conciertos, ya que su estrecha colaboración con Radio France le permite llegar a una audiencia aún más extensa.

Bajo la batuta de su actual director musical, Mikko Franck, la orquesta continúa explorando nuevos territorios sonoros y ampliando su repertorio. Nacido en Helsinki en 1979, Franck comenzó su andadura musical a temprana edad, estudiando violín en la prestigiosa Academia Sibelius de Helsinki. Sin embargo, pronto descubrió su verdadera vocación en la dirección orquestal, formándose con maestros como Jorma Panula y perfeccionando su técnica en Estados Unidos, Israel y Suecia. Debutó como director a los 18 años, iniciando así una carrera fulgurante que lo ha consolidado como uno de los directores más destacados de su generación. A lo largo de su trayectoria, Franck ha dirigido orquestas de renombre internacional, como la Filarmónica de Berlín, la Orquesta Sinfónica de Londres, la Orquesta de Cleveland y la Filarmónica de Viena, y antes de asumir la titularidad de la orquesta de Radio France en 2015, fue director musical de la Orquesta Nacional de Bélgica y director general de música de la Ópera Nacional de Finlandia. Franck es un ferviente defensor de la música contemporánea, dedicando gran parte de su actividad a la promoción y estreno de nuevas obras. Desde 2018, es Embajador de Buena Voluntad de UNICEF, y en diciembre de 2023, el presidente de la República de Finlandia le otorgó la Medalla Pro Finlandia de la Orden del León de Finlandia.

La estrella franco-argentina del violonchelo Sol Gabetta (Villa María, 1981) es una de las solistas más solicitadas del panorama internacional. Comenzó su andadura musical a la temprana edad de tres años, estudiando violín y, poco después, violonchelo. Tras estudiar en Argentina, completó su formación en España y Suiza, y su carrera internacional despegó en 2004, cuando recibió el prestigioso premio "Credit Suisse Young Artist Award", que le brindó la oportunidad de actuar con la Filarmónica de Viena bajo la dirección de Valery Gergiev. Desde entonces, ha actuado en las salas de conciertos más importantes del mundo, como el Carnegie Hall de Nueva York, el Musikverein de Viena y el Royal Albert Hall de Londres, con un repertorio que abarca desde los grandes clásicos del barroco hasta la música contemporánea. Ha colaborado con orquestas de renombre mundial, como la Filarmónica de Berlín, la Orquesta Sinfónica de Londres y la Orquesta Nacional de España, y ha trabajado con directores de la talla de Sir Simon Rattle, Daniel Barenboim o Gustavo Dudamel. Además de su brillante carrera como solista, Gabetta es una apasionada de la música de cámara, participando en festivales y colaborando con músicos de renombre en todo el mundo, y particularmente con el pianista Bertrand Chamayou, con el que forma un dúo que ha sido aclamado por la crítica. En reconocimiento a sus excepcionales logros artísticos, Sol Gabetta fue galardonada con el Premio de la Cultura Europea al comienzo de la pasada temporada, un premio que desde 2012 se otorga a personas e instituciones que hayan hecho una valiosa contribución a la vida cultural en Europa.

El concierto arrancará con una de las pocas obras del repertorio europeo que se pueden tildar como verdaderamente revolucionarias. En el Preludio a la siesta de un fauno, tomando como punto de partida la voluptuosidad del poema homónimo de Mallarmé, Claude Debussy «reinventó la flauta, reinventó la orquesta, encontró nuevas armonías, nuevos ritmos y nuevas formas de ordenar los eventos», afirma Michael Steinberg. «Nadie había escuchado nunca un comienzo como el de esta obra, con esas cuatro enunciaciones sutilmente variadas de la misma melodía, a la vez tan sensual y tan incorpórea». Aunque fue compuesto en 1894, este poema sinfónico, que retrata el ambiente de una calurosa tarde de verano y el perezoso y lánguido despertar de un fauno, cansado de trotar tras las ninfas, es para algunos un punto de inflexión, el comienzo de la música del siglo XX. Su función de apertura de la velada marca la pauta de un programa que aglutina varias obras de compositores franceses o que trabajaron en Francia, y que fueron pioneras en algún aspecto.

Uno de ellos fue Édouard Lalo, quien se especializó en obras del género concertante y, particularmente, para el violín. El crítico Georges Servières escribió que la clave de su éxito era «haber arrojado un rayo de sol sobre la algo confusa música francesa de finales del siglo XIX, introduciendo alegría, vivacidad, una ternura casta y libre de sentimentalismo y una pasión ferviente desprovista de cualquier erotismo malsano». Destacó sobre todo por haber reconciliado dos tradiciones diferentes, la alemana y la francesa de Berlioz, dentro de una producción concertística que permite al solista brillar al máximo sin forzar a la orquesta a una posición subordinada, como solía ser habitual en la música francesa de le época. El Concierto para violonchelo en re menor, escrito entre 1876 y 1877, es una de sus obras más célebres. Fue estrenado por Adolphe Fischer el 9 de diciembre de 1877 en los Concerts Populaires de Jules Pasdeloup, y presenta paisajes muy variados en su interior: el Preludio comienza con un Lento en estilo recitativo, antes de abocarse a un Allegro maestoso marcado por dos temas contrastantes y muy efectistas; en el Intermezzo, nos topamos con el exotismo español que tanto éxito le había traído anteriormente con la Sinfonía española; y en el movimiento final, tras una misteriosa introducción, el solista de violonchelo cabalga sobre un trepidante ritmo siciliano.

Fascinado por Oriente desde pequeño, Maurice Ravel era aún estudiante en el conservatorio cuando decidió escribir una ópera basada en Las mil y una noches. Solo vio la luz la obertura, terminada en 1898 e interpretada en público por primera vez seis meses después, con una respuesta no muy positiva. Los críticos no fueron nada entusiastas y consideraron que la pieza estaba mal construida y era un tanto convencional en su forma de colorear las melodías para hacerlas parecer orientales. Sin lograr el éxito esperado, esta Shéhérazade, ouverture de Féerie no se publicó hasta 1975, mucho después de la muerte del compositor, pero es sin duda una obra importante, ya que se trata, probablemente, de la primera incursión de Ravel en la música orquestal, de la que llegaría a ser un maestro absoluto. Unos años más tarde, en 1903, Ravel regresó al mismo tema para musicalizar tres poemas de Klingsor en tres canciones que reunió bajo el título de Shéhérazade, y que son mucho más populares.

El pájaro de fuego, estrenado en París el 25 de junio de 1910, fue el primero de la trilogía de ballets que Igor Stravinsky escribió para los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev entre dicho año y 1913, y aunque su música no es tan personal como la de Petrushka ni tan revolucionaria como la de La consagración de la primavera, su gran éxito hizo de Stravinsky un hombre famoso de la noche a la mañana. Según Maurice Ravel, la audiencia parisina -entre los que se encontraban Marcel Proust, Paul Morand, Jean Giradoux o Paul Claudel- deseaba una experiencia con la vanguardia y la creación del joven compositor ruso, con su extraordinario y novedoso uso de la orquesta (derivado de las enseñanzas de Rimsky-Korsakov), cumplió de lleno con las expectativas. En años posteriores, Stravinsky realizó tres suites orquestales de El pájaro de fuego, en las que optimizó la enorme plantilla instrumental que requiere la partitura de ballet original. En el concierto escucharemos la que data de 1919, que alberga números tan populares como la Danza infernal de Kastcheï.